jueves, 5 de enero de 2017

Relato Zenda: Ocurrió en navidad

Después de cinco años de pesadillas y espeluznantes terrores, me encontraba en aquel lugar. Ya había estado en él. Un bosque inhóspito, sombrío, desértico, con un hedor nauseabundo en el que, las noches eran más oscuras, los miedos más aterradores y el tiempo absolutamente inerte.
No veía nada, no oía nada, pero sentía las presencias. Presencias oscuras que me rodeaban, encerrándome e impidiéndome continuar mi camino. Maldita sea, siempre me transportaba a ese terrorífico sitio, y siempre ocurría la misma cadena de acontecimientos: las lóbregas presencias  me paralizaban, me impedían el paso, y caía  durante una eternidad al vacío, a la nada. El tiempo no transcurría. Pero, tras una larga eternidad, aterrizaba en un frio y fosco lago. En ese momento, llegaba aquel terrible dolor.
Nunca me podría acostumbrar a ello. Me ocurría una vez a la semana desde los últimos tres años. La primera vez fue un día de Navidad, no me asusté: llegué a aquel luctuoso mundo y apenas me produjo impresión. Pensé que era una pesadilla… pero era tan anómala e inverosímil… Qué equivocado estaba, nada más lejos de la realidad, aquel sitio era peor que el mismísimo infierno. Sabía que ese lugar me iba a esperar. Y que iba a pertenecer a él. El suicidio no era la solución, ya que sabía que ese lugar me miraba. Tenía la absoluta certeza de que aquel lugar me buscaba cada segundo de mi vida

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